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martes, 1 de julio de 2014

El lado más espiritual de la Estética

Nadie puede decir que no sea importante el exterior: Una puesta de sol es bonita, y aun más lo es un amanecer. Los sentidos nos transmiten información del exterior y no podemos mentir a nuestro organismo y más cuando percibimos como “vibra” al sentir algo que le es agradable.

Nuestro aspecto externo en las relaciones que mantenemos con los demás influye en nuestra propia autoestima.



Nos gusta agradar, transmitir una buena imagen a los demás… y si no lo conseguimos se despierta en nosotros un sentimiento de angustia e impotencia que son nocivos para nuestra salud emocional. Esto ocurre cuando nos ponemos metas demasiado lejanas, demasiado altas en plazos muy pequeños de tiempo y al no obtener buenos resultados nos desmotivamos.

En todo momento, debemos ser conscientes de que los buenos resultados llegan gracias a nuestra motivación. Y motivarnos es ponernos metas más pequeñas, más cercanas a nuestras posibilidades. Porque cada vez que alcancemos una meta nos sentiremos mejor con nosotros mismos, aumentará de buen grado nuestra autoestima y estaremos tan felices que querremos avanzar.

Debemos buscar el equilibrio emocional acorde a nuestros valores, y así mostraremos una presencia física con la que nos sintamos a gusto. No olvidemos que una buena parte del atractivo que comunicamos depende de cómo nos vemos a nosotros mismos.

El atractivo también favorece el acceso a distintos escenarios sociales y profesionales, ya que una persona atractiva es normalmente considerada más exitosa en todos los ámbitos.

Pero ¡ojo! Compararse con figuras ideales demasiado elevados puede ser peligroso y llevar a la persona a tener sentimientos de poca valía personal y conductas nocivas para la salud, como son los desórdenes alimenticios y emocionales. Por ello, REPITO, es importante encontrar un equilibrio emocional procurándonos metas más cercanas a nuestras posibilidades.

Existen diferentes corrientes que defienden que lo estético es placentero para uno mismo y para todos. Por ejemplo:

El naturalismo estético

Defiende que lo que nos gusta (lo bello) es lo placentero y lo útil desde un punto de vista natural (Biológico). La imagen estética, lo visto y audible nos gusta, es bella y nos provoca placer. Lo feo, lo que nos disgusta nos genera rechazo. Esta corriente defiende qué Bello es lo que me place en cuanto satisface o guarda relación con los deseos propios a mi especie (alimento, reproducción, seguridad, etc.)

El convencionalismo

Según estas teorías, lo bello responde a convenciones culturales. Una imagen o representación me gusta (aquí y ahora) porque expresa ciertos patrones convencionales vigentes (aquí y ahora) acerca de lo que es “bello”. Lo bello es, por tanto, relativo a la cultura, la época, el grupo social, etc.

El emotivismo

Lo que nos gusta es lo que nos gusta. Una imagen o representación nos gusta (es bella) porque desencadena una fuerte gratificación emotiva, conmueve, etc. Este estado emotivo es privado, individual. El criterio del gusto es el propio gusto (que se tiene o no se tiene, sin más).

Ética y estética

Lo bello es lo bueno. La imagen nos gusta por su significado moral: refleja un ideal, indica cómo debería ser el mundo. La belleza (y la emoción del gusto) se da cuando la imagen representa lo que debe ser, lo bueno. Bello es lo que merece ser amado, lo digno, lo noble.

Concluimos que “sentirse guapo/a” nos favorece, alimenta al espíritu y lo engrandece. El que cuida su cuerpo cuida su salud física, pero indudablemente, también emocional y psicológica.


SENTIRSE BIEN POR DENTRO SE REFLEJA EXTERIORMENTE Y VICEVERSA.




Lleva una vida saludable, en cuanto al cuidado de tu piel y salud, alimentación, ejercicio físico…


Lo que es bello es estético y si nos vemos bien por fuera lo estaremos igual por dentro.


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